Miramos debajo de la alfombra con método y datos. Combinamos una encuesta anónima en 10 dimensiones (liderazgo, carga, comunicación, reconocimiento, autonomía, relaciones, sentido, recursos, conciliación y salud emocional) con entrevistas, grupos focales y revisión de procesos/indicadores. Observamos rutinas reales para captar lo que no aparece en los correos. Entregamos un informe claro con mapa de calor por áreas, riesgos y oportunidades, y un plan de acción con seguimiento.
Resultado: foco, lenguaje común para hablar de lo que duele y una base sólida para priorizar acciones que evitan apagar fuegos y malgastar dinero.
Diseñamos un plan que encaja en tu cultura y operaciones, sin recetas enlatadas. Co-creamos con un equipo interno, definimos medidas a tres niveles (persona, equipo, organización) y las ordenamos en un roadmap por fases con hitos alcanzables. Trabajamos salud mental y psicosocial, conciliación y flexibilidad, relaciones y clima, sentido/reconocimiento y desarrollo. Cada medida tiene responsable, calendario, recursos e indicador asociado. Cerramos con un plan de comunicación para alinear a todos y un ritual de revisión periódica.
Resultado: prioridades claras, compromisos medibles y una guía práctica que se puede ejecutar sin fricción.
Formación que pisa tierra y cambia conductas. Diseñamos sesiones breves, experienciales y adaptadas a tus casos reales: liderazgo humano y conversaciones difíciles, feedback que ayuda, autocuidado y gestión de energía, equipos colaborativos, comunicación clara y seguridad psicológica. Cada taller incluye dinámicas prácticas, herramientas listas para usar al día siguiente y compromisos concretos por persona/equipo. Formato presencial u online, con duración y tamaño ajustados al objetivo. Opcionalmente, añadimos un breve seguimiento para anclar hábitos.
Resultado: aprendizaje útil, lenguaje compartido y microcambios que se notan en reuniones, turnos y coordinación diaria.
Acompañamiento para que el cambio no se diluya tras el primer impulso. Alineamos a dirección y líderes, definimos gobernanza (roles, patrocinios, decisiones), revisamos políticas y hábitos que sostienen la cultura y fijamos una cadencia de seguimiento con indicadores de clima y cultura. Creamos comunidades de práctica y embajadores internos, activamos “pulsos” regulares para medir progreso y ajustamos el rumbo cuando haga falta. Todo con comunicación honesta y rituales que mantienen vivo el proceso.
Resultado: coherencia entre lo que se dice y lo que se hace, hábitos que perduran y una cultura que cuida y funciona.
Escucha
Co-creación
Adaptabilidad
Prevención
Cuidado del proceso
Escucha: Escuchar de verdad es recoger datos y matices: lo que se dice, lo que se calla y lo que contradice los PowerPoints. Usamos entrevistas, grupos y “microobservaciones” para detectar señales débiles. Antes de proponer nada, entendemos contexto, expectativas y límites operativos. Sin escucha, todo plan es una corazonada con fecha de caducidad.
Co-Creación: Las soluciones se diseñan con quienes las viven. Involucramos a personas de distintos niveles para definir problemas, priorizar y pilotar medidas. La co-creación genera propiedad, reduce resistencias y mejora la calidad de las decisiones. No es consenso blando: es trabajo con foco, prototipos rápidos y compromisos claros que bajan a la agenda real.
Adaptabilidad: El entorno cambia; el plan también. Trabajamos en ciclos cortos con objetivos claros, indicadores simples y feedback continuo. Probamos, medimos, ajustamos. Si algo no funciona, aprendemos rápido y reencuadramos. Diseñamos medidas robustas pero flexibles, compatibles con picos de trabajo, turnos y realidades híbridas. Adaptabilidad no es “improvisar”: es iterar con método.
Prevención: Vamos a la raíz, no al parche. Priorizamos prevención primaria: rediseño de cargas, roles, procesos y liderazgo para evitar riesgos psicosociales antes de que exploten. Combinamos datos (encuestas, indicadores) con señales cualitativas para decidir. La prevención bien hecha ahorra bajas, rotación y desgaste. Menos apagar incendios; más no provocar chispas.
Cuidado del proceso: El cómo importa tanto como el qué. Definimos ritmos sostenibles, comunicación transparente y espacios seguros para hablar de lo difícil. Acordamos gobernanza (roles, patrocinios, decisiones), rituales que consolidan hábitos y reglas del juego claras. Cuidar el proceso evita daño colateral y construye confianza. Sin ello, cualquier mejora técnica se deshilacha rápido.
Clima y cohesión: Calidad de las relaciones y la confianza cotidiana. Mide seguridad psicológica, apoyo entre compañeros y coordinación real (no la de la intranet). Un buen clima reduce fricciones, acelera decisiones y mejora el servicio. Se trabaja alineando expectativas, roles claros, rituales de equipo y conversaciones periódicas con feedback útil.
Estrés y burnout: Cuando las demandas superan recursos, aparecen fatiga, irritabilidad, errores y desconexión. Analizamos carga, prioridades, autonomía, pausas y soporte del mando. Intervenimos ajustando objetivos, secuenciando picos, clarificando límites y activando autocuidado y ayuda temprana. Resultado: energía más estable, menos incidencias y mayor calidad en el trabajo diario.
Compromiso y pertenencia: Ganas de estar, aportar y quedarse. Nace de propósito claro, reconocimiento honesto, autonomía viable y crecimiento real. Diagnosticamos palancas y barreras por colectivo; activamos objetivos comprensibles, ritos de reconocimiento y trayectorias de desarrollo. El efecto: iniciativa, cuidado del detalle y un “me importa” que se nota en clientes.
Conflictos y rotación: Los roces sin canal acaban en fuga de talento. Miramos causas (equidad, liderazgo, coordinación, carga) y el coste real de reemplazar personas. Implantamos reglas de colaboración, mediación básica, formación en conversaciones difíciles y procesos justos. La rotación baja, mejora el clima y se estabiliza el conocimiento crítico.
Capacidad adaptativa: Es la musculatura del cambio, aprender rápido, ajustar y seguir operando. Evaluamos claridad de decisiones, espacios para ensayo-error, coordinación entre áreas y tiempos de reacción. Trabajamos ciclos cortos, retrospectivas, equipos transversales y comunicación clara. Más adaptación significa menos resistencia, menos parches y más oportunidades aprovechadas.
Absentismo: Indicador sensible de salud organizativa. Analizamos patrones (picos, áreas, causas probables: estrés, turnos, lesiones, clima), costes asociados y cobertura operativa. Intervenimos desde la prevención: cargas realistas, flexibilidad responsable, ergonomía, apoyo psicosocial y retorno saludable. La meta: reducir ausencias evitables sin culpabilizar, cuidando a la vez personas y servicio.